Benjamín Vicuña. Un actor en busca de su mejor papel
Luego de trabajar en Chile y España, se sumó a la exitosa tira Herederos de una venganza como un manipulador villano
Al tiempo que comenzó a grabar la novela de El Trece, Vicuña también protagonizaba una obra en Chile. / Mariana Araujo
Hasta hace poco, para el público argentino Benjamín Vicuña era el marido de Carolina "Pampita" Ardohain y el amigo de Gonzalo Valenzuela. Su paso por la tira de Telefé Don Juan y su bella dama quedó demasiado lejos en el tiempo y, se sabe: ojos que no ven, corazones que empiezan a recordar sólo lo que aparece en las revistas de chismes. Pero participar de Herederos de una venganza cambia las cosas. Al sumarse a la logia de malditos de la tira de Pol-ka, Vicuña podría conseguir acá lo que ya lleva diez años haciendo en su país, Chile, y en los últimos tiempos en España, donde filmó la película Fuera de carta y formó parte del elenco de la exitosa serie Los hombres de Paco.
"Era un proyecto que ya estaba armado, formado, era la novena temporada de la serie pero fue un bonito desafío. También me resultó interesante instalarme en España, que es un mercado con una realización en cine y en TV de mucha calidad. Parece que ya tengo experiencia en sumarme a programas que ya están marchando", dice el actor sonriendo. Allí, en la ficción española, hacía de médico forense, papel que lo obligó a prepararse visitando la morgue -una experiencia bastante asquerosilla, dice, -y aquí interpreta a Benicio Echagüe, un empresario con más planes secretos que la CIA.
" Herederos de una venganza surgió a partir de la convocatoria de Adrián [Suar], con el que ya veníamos hablando hacía unos años. Llegó en un momento clave por una decisión familiar de venir a vivir a Buenos Aires, un lugar donde tenemos nuestros amigos, nuestra casa y nuestra familia. Y se trataba de una teleserie [así les dicen a las tiras en Chile], con un equipo muy bien armado, encabezado por Romina (Gaetani) y por Luciano (Castro). Además de un programa que conectó con el público de manera impresionante. No es un detalle menor", explica Vicuña, al que no le gusta hablar de rating pero que está atento al hecho de haberse sumado a uno de los programas más vistos de la TV argentina. Y nada menos que como uno de esos villanos que tienen la posibilidad de ser tan recordados como los héroes de la historia. Claro que, contra lo que opinan muchos, para él Benicio -el ficticio millonario que anda en moto y seduce a quien se le ponga delante con una sonrisa llena de hoyuelos- no es exactamente malo. "Todo depende del punto de vista. Es un personaje lleno de matices. Lo estoy abordando desde el poder, el control y la manipulación que ejerce sobre el resto, pero en ningún caso desde la perversión. El tiene buenas intenciones y cree que le toca salvar al mundo. Es un poquito pretencioso, pero bueno..." , comenta el actor, que empezó a crear su personaje a miles de kilómetros de altura. Es que hasta hace poco tiempo, su semana se dividía entre las grabaciones de la tira en Buenos Aires y el escenario de una de sus salas de teatro en Santiago.
"Tenía un ritmo satánico porque en Chile estaba haciendo una temporada de Festen, que es la adaptación teatral de La celebración, la película de Thomas Vinterberg. Empecé a grabar acá lunes, martes y miércoles y me volvía para allá para hacer las funciones. Fue difícil pero estuvo bien, porque si no hacía ese esfuerzo ahora no tendría a Benicio", explica Vicuña. Y se nota que cada nuevo proyecto lo entusiasma pero que, no importa cuán lejos lo lleve, él siempre encuentra la forma de volver al teatro.
"Nunca he dejado de hacer teatro, es lo que más me gusta, lo que me apasiona. En el caso de Festen soy actor y productor. Estoy en conversaciones para montar la obra acá. La vi en México con Diego Luna y ahí decidí comprar los derechos para Chile y la Argentina. Y para ahí vamos, lento pero seguro", promete y se promete el actor que luego de estudiar teatro en la Universidad de Chile debutó profesionalmente en cine y trabajó en teatro hasta que llegó la televisión.
Escaparse
"Para mí, el paso de la universidad al trabajo se dio de forma natural. Luego con la TV las cosas se pusieron un poco más complicadas porque el medio, por su propio peso, genera un estancamiento que me parece peligroso. Por eso he intentado, hasta donde me permiten mis posibilidades, estar constantemente reinventándome y escapando. Gracias a eso en poco tiempo pude hacer 15 películas, que para un país chiquito como el mío es bastante. Tampoco es que reniegue de la TV, todo lo contrario. Ahora estoy acá haciendo televisión y una tira con más ganas que nunca", detalla Vicuña, que, más allá de las fronteras de la pantalla chica local, hace tiempo se dedica más al unitario que a la telenovela. En Chile hizo dos temporadas de Los simuladores, tres de Huaiquimán y Tolosa (la adaptación de la comedia de Telefé Mosca & Smith), y acaba de terminar de grabar una serie histórica llamada Los archivos del cardenal, en la que interpreta a un abogado involucrado en la lucha por los derechos humanos durante los años 80, que se estrenará en horario central en julio. Unos meses más tarde aparecerá en Fugitivos, una superproducción de HBO para toda América latina.
"Estuvimos filmando en Chile, Bolivia y Perú. Los protagonistas son tres narcotraficantes que huyen de la justicia y un policía encubierto, mi personaje, que pasan a ser prófugos de la ley, por un lado, y de un cartel, por el otro. Tiene un fuerte contenido de acción, que incluye escenas con helicópteros, aviones y persecuciones automovilísticas. Fue muy divertido de hacer", recuerda el actor. Claro que por tanta diversión antes le tocó pasar por un proceso de casting bastante menos grato.
"Es un tema. Que te vean primero, que te llamen de vuelta, que el material se vaya a Miami, que lo analicen, que te den una devolución, es una situación bien de mierda", se ríe, al tiempo que asegura que parte del trabajo del actor es saber lidiar con el rechazo, acostumbrarse a los muchos no y alegrarse por cada sí, por cada éxito, cuando llega. Y aceptar que con el reconocimiento vienen aparejados los claroscuros de la fama y la popularidad.
"Digamos las cosas como son: haber estado en televisión y la popularidad que eso aporta ayuda muchísimo a la hora de armar tus propios proyectos. Yo acá, por ejemplo, empecé laburando no de cero, porque estar en una novela es un lugar privilegiado, pero sí aprovechando para aprender todo, entendiendo que lograr popularidad es fundamental para luego ser convocante, para que continúen las oportunidades y el trabajo", dice Vicuña, que sabe que ser famoso muchas veces implica más que conseguir un papel en un programa popular.
"Tomo todo esto de la fama con mucha naturalidad, con mucho relajo. Ya llevo diez años en esto y lo entendí, le saco el costado positivo. En mi país soy embajador de Unicef, y eso le da sentido a la exposición. También esa popularidad me ayudó para armar mis propios proyectos -en Santiago es dueño de un centro cultural con más de tres salas de teatro junto a Gonzalo Valenzuela-. Ese es el costado positivo de la fama y lo aproveché. El costado negativo prefiero ni revisarlo", asegura el actor, que hace tiempo decidió que la vida del intérprete trashumante valía la pena si el trabajo estaba a la altura del esfuerzo familiar.
"No es fácil, pero como actor todo este traslado me permitió un crecimiento muy importante. Estoy contento y voy a seguir así hasta que la familia me banque. Hasta que mis hijos digan: «Ya loco, viejo, pará»", parafrasea en una combinación de acento argentino y chileno que uno imagina es lo natural en su casa. Que por ahora queda en Buenos Aires. Hasta que el teléfono vuelva a sonar y haya que armar las valijas de nuevo porque esa obra película/serie es el próximo paso de una carrera contra el estancamiento que Vicuña ya ganó.Lanacion,22 de junio de 2011