Fue el malo más malo en “Malparida”, pero igual derritió la pantalla. Del galán que despertó los ratones de mujeres de todas las edades, pasó de inmediato a un su nuevo rol de conductor, en “El réferi del matrimonio”, que acaba de cumplir su primera etapa en Telefé. Pero Gabriel Corrado no para. Está filmando “Los hermanitos del fin del mundo”, el nuevo film de Disney. El lunes viaja a Cannes para asistir al Festival Internacional de TV, donde verá formatos e ideas para su productora CTV Contenidos, que maneja con su mujer, Constanza Feraud.
Muchos años de casado, ¿no? Veintiuno. Estar casado en mí es un estado natural. No hay fórmulas: funciona o no funciona. Hay amor o no.
¿El humor salva a la pareja? Te salva de grandes conflictos. Una humorada diluye un posible gran quilombo.
¿Cómo se hace para estar 21 años con la misma mujer? Lo importante es no dar un por-tazo al primer problema. No ser cobarde y, si hay amor, hacer lo posible por seguir. Hay tipos de mi edad que dejan a su mujer, que los bancó en todo, y se van con una más joven. Esos tipos dan vergüenza ajena.
Pero los años desgastan...
A nosostros nos sirvió vivir en diferentes lugares, hacer terapia de pareja en muchas situaciones.
¿Hubo muchas crisis? Si en 20 años no tenés crisis, sos de otro planeta. Pero también hubo reconciliaciones amorosas. Si miro para atrás y recuerdo cuando conocí a mi mujer...
¿Qué te pasa? Se me pone la piel de gallina. No podés tirar todo por la borda por las crisis. Escuchar al otro es clave, en la pareja y en la vida.
Estamos tecnologizados y no podemos comunicarnos, somos entes cada vez más metidos para adentro. El factor humano es lo que hace la diferencia.
Una de las quejas de la mujer es que el hombre no la escucha...
Me ha pasado, pero aprendí. Es importante saber qué le pasa al otro, de lo contrario no lo podés ayudar. Tampoco hay que sentirse Batman. A mí me en-canta rescatar a mi mujer, pero también que Constanza sea la Batichica que me rescata.
No sos machista, entonces.
Para nada. Hay días que me quiebro, que no doy más y quiero mandar todo al carajo. O estoy triste por algo, como cualquier hombre. Me encanta que ella me dé la poción que necesito.
Un hombre sensible.
Hace poco fui a ver a mi hija Lucía, que hizo la muestra de una comedia musical. Fue emocionante verla en un escenario. Y me puse a llorar. La vida tiene que ver con no endurecernos, con no ponernos armaduras.
¿Demostrás lo que sentís? Claro, está bueno decir “qué linda estás”, sin verso. Son cosas que te hacen mejor persona.
¿Qué no le gusta a Constanza de la convivencia con vos? No soy el hombre perfecto y hay muchas cosas de mí que le joden. Pero he cambiado: apren-dí a escucharla, a estar pendiente de sus cosas. A darme cuenta de que lo mejor no está afuera, sino adentro.
¿Con qué la sorprendés? Con un viaje sorpresa, ir a comer a un buen lugar, regalarle algo...
¿En Madrid fuiste a comprarle ropa interior y le pediste aseso-ramiento a la vendedora? Sí, y como la empleada tenía el cuerpo parecido al de mi mujer, se probó el conjunto para ver si me gustaba (carcajadas). No me la quise curtir, ojo. Me hizo de modelo vivo (ríe). Un acto de amor fue cuando estábamos de novios: yo estaba en Madrid con un amigo y de la Plaza de Toros, año 86, la llamé desde un telé-fono público y le hice escuchar “Penélope” de Joan Manuel Serrat, que estaba cantando en vivo. ¿No es romántico? ¿Es importante el sexo? Muy importante. Los cambios de locación incentivan (ríe), noso-tros vivimos en muchos lugares.
Constanza debe tener temple de acero para soportar verte rodeado de bellas mujeres.."Констанса должна иметь железные нервы, чтобы выдержать меня в окружении красивых женщин на экране"
No quiero ser hipócrita. A mí la ficción me salvó (ríe mucho). Me encantó hacer el amor con Jua-nita Viale (en “Malparida”), sería un imbécil si no pensara así.
Tengo que agradecerle a mi profesión estas posibilidades (risas). Yo también tengo lo mío, supongo que mis compañeras también la pasaron bien. En este trabajo me doy mis gustos.