Cuando Diego Ramos era adolescente, como casi todos los amigos de su edad, imaginaba que sus cuarenta años lo encontrarían convertido en todo un señor al que tratarían de usted. “Pero a mí, por suerte, el pantalón pinzado no me llegó”, dispara con esa sonrisa contagiosa, bien plantado en sus cuarenta y uno, desde Mar del Plata, la ciudad en la que protagoniza Vale Todo. Se trata de un musical deslumbrante que hasta marzo formará parte de la cartelera marplatense. Un proyecto exigente, con dos funciones diarias y casi tres ho­ras de duración, en la que Ramos (junto a Enrique Pinti, Florencia Peña y otros treinta artistas) baila y canta. Durante su tiempo libre, aprovecha la cercanía del mar para poner la mente en blanco, después de un año con un balance “muy positivo”. Fue la voz de uno de los personajes de Metegol, la famosa película de Juan José Campanella y grabó la segunda temporada de Violetta, el éxito de Disney Channel, en el que interpreta a Germán Castillo, el padre de la adolescente más famosa del país.VIDA LIVIANA. “No soy de plantearme nada demasiado, ni a nivel personal ni laboral. Voy dejando que las cosas sucedan. Quizás por­que ya estoy bastante encaminado en la vida y sé lo que me angustia, lo que me hace mal o bien. Eso me facilita bastante todo y vivo en función de eso. Además, trato de mantener una impronta jovial, y de estar siempre en movimiento. Quizá por eso no me molesta para nada el paso del tiempo, no me siento viejo, para nada”. SENTIRSE BIEN. “Voy siempre al gimnasio, por salud, porque dis­fruto y por estética también. Me gusta verme bien, estar marcadito y sentir que la remera me queda mejor. Después voy a un médico nutricionista que me guía para comer saludable. Me cuido bastante con las comidas pero también me doy mis gustos. Me ayuda el hecho de que soy muy medido con todo. El alcohol, por ejemplo, no me gusta, no tolero su sabor. El único vicio que tenía era el cigarrillo y lo dejé hace seis años”.MANTENERSE EN EL EJE. “Me resulta muy raro hablar de mí mismo o dar no­tas porque yo siento que tengo una vida súper tranquila, casi aburrida te diría. Laburo, vuelvo a mi casa, limpio, barro, cocino, saco a mi pe­rro, estoy con mis amigos… No me molesta para nada ordenar o hacer tareas domésticas. Cuando estoy a full no tengo tiempo de nada, pero sino prefiero hacerlas yo mismo. Prendo el televisor de fondo, y me pongo a planchar la sábana king size, aunque a veces la llevo a la tintorería. Mis amigos me gastan cuando vienen a visitarme porque yo voy y vengo por toda la casa: me relaja ordenar. Después me gusta ha­blar, la palabra es sanadora. Cualquier cosa que me pasa la cuento, creo que hablar es sanador”.JUGARSE POR AMOR. “Hace mucho tiempo que no estoy en pareja y además soy muy tranquilo. Aunque hace mucho que no me enamoro, creo en la pareja y en el amor. Cuando compartís la vida con alguien todo toma otro sentido. Pero ahora disfruto y soy feliz con lo que tengo”.